Oración a Dios para pedir que camine junto a Mí, saciarme de su amor y bendición.
Señor, ¿porque me has llamado?, has pasado por mi puerta y bien sabes que soy pobre y soy débil ¿porque te has fijado en mi?
Me has seducido, señor, con tu mirada me has hablado al corazón y me has querido.
Es imposible conocerte y no amarte me es imposible amarte y no seguirte.
Señor, hoy tu nombre, suena más que una palabra; es tu voz que resuena en mi interior, que me habla en silencio ¿que quieres que yo haga por ti?.
Señor, yo te sigo, y quiero darte lo que me pides, aunque a veces me cuesta darlo todo, Tu lo sabes, yo soy tuyo, Camina, Señor, junto a mi.
Jesús, ayúdame a comprender la grandeza de tu amor porque siempre estás al pendiente de toda mi vida, aun de los aspectos materiales.
Hoy vengo a buscarte en este momento de oración, sabiendo que te puedo encontrar. ¡Ven Espíritu Santo!
(Hacer aquí la petición que usted necesita)
Jesús, alimenta mi alma que tiene hambre y sed de Ti.
Deseo que mi unión contigo sea más que una ilusión o deseo, que sea una realidad concreta sobre la que gire toda mi vida.
Desde el siglo XVI hasta nuestros días, los hombres comían muy poco y los pequeños morían de hambre.
¿Cuánto darían para poder darles un pedacito de pan a sus criaturillas? No había nada, más que hambre y más hambre.
Hoy sucede algo parecido, muchos hombres están hambrientos, y buscan saciarse dando todo lo que tienen.
No se dan cuenta de que hay un Hombre que quiere saciarlos con su cuerpo.
Todos buscan desesperados pero no encuentran nada, y lo que comen no les sacia. ¿Por qué buscar en los lugares equivocados?
Cristo hoy te ofrece su cuerpo en comida para saciarte totalmente del hambre actual y de la venidera, pero necesitas volver a tomar de esa comida si quieres subsistir.
¿Por qué no nos acercarnos a Él, para que nos dé del pan que sacia?
De la mano de Nuestra Señora de Lourdes, revisar mi actitud y cercanía a la Eucaristía.
Señor, no podré hacer el milagro de la multiplicación de los panes, pero si puedo multiplicar, con la ayuda de tu gracia, que recibo en la Eucaristía, mi caridad y mi amor por los demás.
Tratar con delicadeza, respeto y amabilidad, con múltiples detalles, a todas las personas que pongas en mi camino, empezando por mi propia familia, es el fruto que tu presencia en mi vida puede llevar a cabo.
Enviado por: Natalia Sanchez. (México)