Oración con el SALMO 91 no te pasara nada
En la quietud de la oración, nos acercamos a ti, oh Señor, con corazones llenos de gratitud y confianza.
Invoquemos juntos el poder del Salmo 91, buscando refugio en tu presencia protectora.
«Oh Altísimo, el que mora al abrigo del Todopoderoso, reposará bajo la sombra del Omnipotente.
Decimos al Señor: ‘Refugio mío y fortaleza mía, mi Dios, en quien confío'».
En estos momentos de oración, sellamos nuestra fe en tus promesas, oh Dios, y declaramos con firmeza que bajo tu sombra encontraremos consuelo y protección.
«Él te librará del lazo del cazador y de la peste destructora.
Con sus plumas te cubrirá, y debajo de sus alas hallarás refugio; escudo y protección es su fidelidad».
Oh Señor, en medio de las incertidumbres y desafíos de la vida, nos refugiamos en tu fidelidad.
Que tus alas protectoras nos envuelvan, brindándonos seguridad y paz en todo momento.
«No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que acecha en las tinieblas, ni la plaga que destruye a mediodía».
Con estas palabras sagradas, sellamos nuestra confianza en tu poder divino.
Que, al recitar el Salmo 91, cada uno de nosotros se fortalezca en la certeza de que no temeremos mal alguno, porque tú, oh Señor, eres nuestro amparo y fortaleza.
«Aunque caigan mil a tu lado, y diez mil a tu diestra, tú no serás alcanzado.
Solo con tus ojos mirarás y verás la recompensa de los impíos».
Que esta promesa nos llene de valentía y esperanza.
Aunque las circunstancias sean difíciles, confiamos en que tu mirada divina nos protegerá y nos librará de cualquier mal que se cruce en nuestro camino.
«Porque has puesto al Señor, que es mi refugio, al Altísimo, por tu habitación.
No te sucederá mal alguno, ni plaga alguna se acercará a tu morada».
Oh Dios, alineamos nuestras vidas contigo.
Que nuestra morada sea en tu presencia, y que cada día experimentemos la seguridad de habitar en el refugio del Altísimo, donde ningún mal nos alcanzará.
«Pues a sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos.
En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra».
Que la certeza de tu protección angelical nos acompañe en cada paso que damos.
Que sintamos la suave guía de tus ángeles, asegurando nuestro andar y evitando que tropecemos en las adversidades de la vida.
«Sobre el león y el áspid pisotearás; hollarás al cachorro de león y al dragón».
Que la fuerza de tu presencia nos empodere para enfrentar cualquier desafío.
Con la autoridad que nos otorgas, pisoteamos las amenazas del enemigo, confiando en que ninguna fuerza maligna prevalecerá sobre nosotros.
«Por cuanto en mí ha puesto su amor, yo también lo libraré; lo pondré en alto, por cuanto ha conocido mi nombre».
Oh Señor, nos regocijamos en el amor que nos ofreces.
En este momento de oración, reafirmamos nuestro compromiso contigo.
Que, al conocer tu nombre, experimentemos la plenitud de tu amor y misericordia.
«Me invocará, y yo le responderé; estaré con él en la angustia; lo libraré y le glorificaré».
En nuestra invocación, oh Dios, confiamos en tu respuesta.
Que en los momentos de angustia, sintamos tu cercanía consoladora y experimentemos la libertad que solo tú puedes otorgar.
En este proceso, que tu gloria resplandezca sobre nosotros.
«Lo saciaré de larga vida, y le mostraré mi salvación».
Que tu promesa de una vida plena y llena de tu salvación se cumpla en nosotros.
En cada día que amanece, declaramos con fe que no nos sucederá mal alguno, porque nuestro refugio está en ti, oh Señor, y en tu Palabra, que es eterna y verdadera. Amén.