NO TEMAS A LA MUERTE

NO TEMAS A LA MUERTENO TEMAS A LA MUERTE.

Hoy Señor estuve recordando y meditando el sentido de la muerte, pues no es que este de suerte que hoy yo este con vida.

Tanto me puse a pensar, que casi pierdo la conciencia; pues de la experiencia que viví, yo sentí la diferencia, pero dice la ciencia que la vida no tiene sentido después de la muerte o muerte después de la vida.

Nos equivocamos a cada paso que damos porque no confiamos en ti Señor: nos falta la fe, no hay quien la de, no se da en macetas, ni hay recetas que nos hablen de fe. Sólo tu voz oh Dios que está en Tu Evangelio, en tu Espíritu Santo, dando fe y dones.

También a los sacerdotes diste esos dotes de hablarnos, ablandarnos, prepararnos día a día a nuestra muerte, será algo muy fuerte.

Recuerdo el día de aquella cirugía que tuve, yo perdí la conciencia, pero no la razón, Tu Señor estuviste a mi lado y no me dejaste morir, dijiste: ¡Todavía no es hora de partir!

Señor yo quisiera preguntarte algo que no alcanzo a comprender; mi cuerpo estaba tendido, desconectado, por efectos de la anestesia y mi otro yo flotaba ¿ Porqué yo veía a los doctores apretar mi cuerpo desde arriba? Pero mi otro yo no era nada; porque no tenía pies, ni cabeza, aún así no sentí tristeza, solo paz cuando miré Tu crucifijo que estaba a mi espalda.

¿Como es que pude verte Señor, si no tenía yo dos caras? solo recuerdo que me vi entre neblina. ¿Sería efecto de la medicina? Pero no, porque no era alucinógena, la luz tan blanca que yo vi, más nunca le temí; sentí una gran paz, aunque no mire tu rostro, Señor solo vi el crucifijo, cuando de espalda me encontraba.

Pero si estaba en otro ángulo, ¿Cómo es posible que el quirófano que es tan frío, que no veía casi nada?

Es inexplicable, imposible de que lo hable, mi cuerpo estaba abajo y yo arriba, estaba lleno de neblina, para nada cristalina; había una luz muy blanca y una paz que me invadía, era tanta, que solo sentí, tener ojos para ti Señor.

Lo que vi y lo que sentí, fue tu mirada flotando frente a mi . Yo no quería despertar; veía mi cuerpo inerte, no temía a la muerte, no sentía dolor, tampoco terror, solo un gran amor maravilloso, pues estabas tu mi Dios en un triángulo de amor, perfecto con un ojo dentro.

Y entonces pienso ¿Por qué me acongojo?

Oigo una voz en mi interior, diciendo; «Mujer no pierdas la fe, pues estas cosas de la vida, después de la muerte, no cualquiera las vive ni las ve.

Ya lo repetiste que lo que viviste es cuestión de fe, pero se te olvido nombrar tu alma que es la que te dará la vida eterna después de la muerte.

Deja a los doctores con su ciencia y su suerte, no le hará creerte tu experiencia vivida, prepara tu corazón para el día de tu muerte, que no es cuestión de suerte, si no de quererte».

Ama, Vive como viva, y no como muerta, vive la gracia con alegría, vive para servir, y sirve para vivir, ora para morir, vivirás plenamente y eternamente… AMEN…

AUTORA: LUZ DEL CARMEN GOMEZ OROZCO.