La Fiesta y Promesas de la Divina Misericordia

La Fiesta y Promesas de la Divina MisericordiaLa Fiesta de la Divina Misericordia es el domingo siguiente a la Pascua de Resurrección.

Jesús prometió a santa Faustina su misericordia: el perdón total de los pecados y penas a quien ese día comulgue.

Esto significa que la persona si confiesa y comulga ése día gana inmediatamente indulgencia plenaria, y obtiene el perdón total de la penas y culpas merecidas por haber pecado, es decir al perdonar todos los pecados, y no hay penas que purgar en el purgatorio Esta fiesta ha sido declarada oficial en la liturgia por la Iglesia católica bajo el rito romano en el año 2000.

Santa Faustina Kowalska escribió en su diario, en relación a la fiesta, las siguientes palabras que ella experimentó en su interior que Jesús le decía:

Deseo que la Fiesta de la Misericordia sea la salvación y el refugio de todas las almas, especialmente de los pobres pecadores.

En ese día se abrirán las puertas de mi misericordia. Derramaré todo el océano de mis gracias sobre las almas que se acerquen a la fuente de mi misericordia. El alma que aquel día se confiese y comulgue obtendrá la remisión completa de las culpas y los castigos.

En ese día están abiertas todas las compuertas divinas a través de las cuales fluyen las gracias. Que nadie tema acercarse a mí, aunque sus culpas fueran las más atroces.

Esta fiesta, nacida de lo íntimo de mi misericordia, queda confirmada en sus profundidades. Hija Mía, di que esta Fiesta ha brotado de las entrañas de Mi misericordia para el consuelo del mundo entero.

Esta gracia, como explica el padre profesor Ignacy Różycki, es mayor que la indulgencia plenaria:

Consiste sólo en el perdón de las penas temporales debidos a los pecados cometidos, pero nunca se trata del perdón de las culpas mismas. Esta gracia particular también es mayor que los seis sacramentos, excepto el sacramento del santo Bautismo; esto es así porque el perdón de todas las culpas y penas es sólo una gracia sacramental reservada al sacramento del bautismo.

En cambio, en las promesas de Jesús vinculadas con la Fiesta, el Señor asoció el perdón de culpas y penas a la Santa comunión recibida el día de la fiesta, es decir, al hecho de comulgar en la Fiesta de la Misericordia; con ello, Jesús elevó la Sagrada comunión recibida en este día al rango de un “segundo bautismo”

Santa Faustina Kowalska, la monja polaca a quien Jesucristo reveló la devoción de la Divina Misericordia.

La Divina Misericordia es una devoción cristiana promovida por la Iglesia católica enfocada en la misericordia de Dios y su poder, particularmente como una acción de confianza en que la misericordia de Dios y su pasión es el precio ya pagado por nuestros pecados, y que si confiamos en Jesús nuestros pecados nos serán perdonados; Jesús no será nuestro juez sino nuestro Salvador misericordioso.

Más que una mera devoción es un género de la vida cristiana. Se expresa mediante actos interiores (actitudes del alma respecto a la Misericordia del Salvador y de la confianza en Dios) como exteriores: la veneración de la imagen, la hora de la misericordia, el rezo de determinadas oraciones (la llamada Coronilla), la fiesta de la Divina Misericordia y los actos de misericordia con el prójimo.

Después de un período de cuestionamiento oficial, esta devoción recibió un gran impulso durante el pontificado de Juan Pablo II, quien proclamó la fiesta de la Divina Misericordia, a celebrarse todos los años el segundo domingo de Pascua, el 30 de abril del 2000, al canonizar a santa Faustina.

Esta devoción considera que la principal prerrogativa de Jesús es la misericordia y que es la última tabla de salvación. Se accede a la misericordia por la confianza. Esta devoción está integrada por el mensaje de la divina misericordia, la coronilla de la Divina Misericordia, la imagen de la Divina Misericordia, la Fiesta y hora de la misericordia (Las 15 Horas).

En su diario, santa Faustina escribió que Jesús le dijo:

PROMESAS DE JESÚS:

-Toda alma que cree y tiene confianza en Mi Misericordia, la obtendrá.
-La última tabla de salvación es recurrir a Mi Misericordia.
-Yo soy el amor mismo y la misma misericordia.
-Las almas que veneran Mi misericordia, brillarán con un resplandor especial en la vida futura. Ninguna de ellas irá al fuego del Infierno. Defenderé, de modo especial, a cada una, en la hora de la muerte.
-A las almas que propagan la devoción a mi Misericordia, las protejo durante toda su vida, como una madre cariñosa a su hijo recién nacido. A la hora de la muerte, no seré para ellos Juez, sino su Salvador Misericordioso.
-Que no tema acercarse a Mí el alma débil, pecadora. Aunque tuviera más pecados que granos de arena hay en la tierra, todo desaparecerá en el abismo de Mi Misericordia.
-No puedo castigar, aún al pecador más grande, si él suplica Mi Compasión; sino que lo justifico en Mi insondable e impenetrable Misericordia.
-Quien no quiera pasar por la puerta de Mi Misericordia, tendrá que pasar por la puerta de Mi Justicia.
-Quien rezare la coronilla «una sola vez», tendrá, a la hora de su muerte, Mi Misericordia infinita.
-Cuando una persona (un alma) exalta Mi Bondad, Satanás tiembla y huye, lleno de rabia, al fondo del Infierno.
-Fiesta de la Divina Misericordia o Domingo de la Divina Misericordia.

La hora de la misericordia es las 3 de la tarde, la hora en que murió Jesús, En esta hora nada le será negado al alma que lo pida por los méritos de mi Pasión.