Cómo es posible que Jesús tuviera enemigos.
Los enemigos de Jesús.
Todos dijeron que merecía la muerte (Marcos 14, 64)
¿Cómo es posible que Jesús tuviera enemigos cuando Él pasó su vida haciendo el bien?
¿Cómo es posible que el que ha pronunciado las palabras sublimes de las bienaventuranzas sea tan inmediatamente amenazado de muerte?
Jesús vino para que la gente tenga vida y sus enemigos quieren tomar su vida.
Él ha manifestado su solidaridad con las víctimas y él mismo se convirtió en una víctima.
¿Pero quiénes son estos enemigos que lo quieren suprimir?
Es difícil acercarse a ellos: no tienen rostros, ni rasgos particulares.
Se presentan enmascarados.
Son unos grupos de hombres designados como «unos judíos» «unos fariseos».
Mientras que los amigos de Jesús tienen un nombre, una cara, una historia.
Podemos apreciar su humanidad.
Se trata de Marta y de María, de su hermano Lázaro, del discípulo que Jesús amaba, de Pedro, de Juan Bautista.
Es seguro que Jesús franqueaba a menudo la línea amarilla desmarcándose de una obediencia servil a las tradiciones y a la ley: «Se os ha dicho… Pero yo os digo… » Así no teme afirmar que el Sábado está hecho para el ser humano y no a la inversa.
Va a sentarse a la mesa de los que rechaza la sociedad.
Monta en cólera en el Templo de Jerusalén que se ha convertido en una casa de comercio y de tráfico.
Lucha sin odio, amando hasta el fin.
Sobre todo, afirma, en términos novedosos, su proximidad inaudita con Dios.
En todas sus actuaciones, Jesús se revela como un hombre libre que no tiene miedo de nadie; ni de las autoridades, ni de los que no tienen en la boca más que la palabra «ley».
Sacude las conciencias y contesta las maneras de vivir.
Se tiene miedo de las personas libres porque molestan.
Son vistas como subversivas por la autoridad, peligrosas para el orden establecido.
Para hacerlas callar, es necesario dejarlas a un lado y, si es posible, eliminarlas.
Los enemigos de Jesús lo han comprendido bien.
Jesús no puede continuar haciendo y hablando como lo hace.
Debe morir.
En el gran Consejo «todos dicen que merece la muerte» (Mc 14,64).
¿Tenemos nosotros enemigos? Ciertamente.
Cuando intentamos conducir nuestra vida siguiendo a Jesús y el Evangelio, sin buscar caerle bien a la gente con poder.
Cuando tomamos opciones que ponen de manifiesto nuestra solidaridad con el ser humano en peligro.
Cuando luchamos por la justicia.
Pero, una vida sin lucha, sin compromiso, sin riesgos a favor de los más pobres, ¿no tiene posibilidades de transcurrir como un largo río tranquilo? Pero entonces ¿la conciencia se queda tranquila?
Enviado por: Luisa Ochoa (Colombia).