Se acerca Navidad y las calles se van llenando de luces de colores, muñecos de “nieve”, Papa Noeles e incontables ofertas en las tiendas y mercados.
El dinero nos preocupa y estamos seguros de que sin él, la Navidad será terrible.
Pero nos olvidamos de algo: ¿Navidad es alistar nuestros corazones para celebrar el nacimiento de Jesús?
Para eso estamos aquí hoy, para aprender a prepararnos ante la inminente llegada del Señor Jesús.
La Iglesia dedica un tiempo especial de preparación para la llegada de Cristo. Este tiempo se llama Adviento.
El Adviento es el tiempo litúrgico en el que nos alistamos porque Cristo llega.
Desde las vísperas del domingo 29 de noviembre o el más cercano a él hasta las primeras vísperas de Navidad, reflexionamos entorno a Cristo que llega a nuestras vidas, a nuestros corazones y a nuestro mundo.
ADVIENTO DEL CORAZÓN Jesús no llega a los corazones que no quieren ser distintos.
Por ello, el Adviento es un tiempo para dialogar con nuestras familias, nuestros padres, hijos y hermanos, de conocerlos más para amarlos más.
También es un tiempo para la oración, para la meditación en familia.
La Biblia está llena de maravillosos textos que nos hacen reflexionar sobre el amor, la paciencia, el perdón, la solidaridad, la justicia y todo lo que nos predica Jesús. Es tiempo de revisarla.
El Adviento es un excelente tiempo para quitar los rencores del corazón, aprender y salir con mayor fe y esperanza a la vida.
¿Por qué mantener esas tristezas en el corazón que no hacen más que hundirnos en depresiones y frustraciones sabiendo que podemos perdonar y superarnos? ¿Por qué sentir envidia de los otros sin alegrarnos y ser felices con lo que tenemos? Ver a la vida con alegría, con el amor que Dios nos da, es la mejor forma de caminar.
¿Por qué no lo intentamos?
Eso es el Adviento, alistar nuestros corazones para que Cristo entre en ellos.
Pedirle que llegue, pero no como algo mágico, sino como parte de una verdadera propuesta de cambio en nuestra forma de vivir.
Estamos seguros que si fluyen estos sentimientos de amor, humildad y alegría, podremos salir adelante con nuestros problemas, siempre con Jesús a nuestro lado.
Así, ganaremos mucho más que cualquier regalo en el mundo, lograremos vencer la tristeza, el egoísmo, nuestra timidez y nostalgia y saldremos a recibir a Cristo con un corazón dispuesto a vivir con él toda la vida.
Enviado por: Luisa Ochoa.